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El lunes 23 de abril se celebraba el Día Internacional del Libro y un poco abrumados por la realización de actividades de las últimas semanas que de nuevo se nos han concentrado en el mes de abril, pensamos en una sencilla acción de carácter simbólico dirigida a los alumnos de la E.S.O. La idea era que al menos durante un rato reflexionaran sobre la lectura, sus lecturas, que pensaran en el título de algún libro que por algún motivo hubiera significado algo para ellos e intentasen concentrar ese sentir en una sola palabra. Eso quedaría reflejado con su escritura y sus huellas dactilares que simularían las hojas de un árbol nacido de un libro.

Y es en las repuestas de ellos ante esta petición sobre las que quiero llamar la atención y donde cabría destacar las más curiosas experiencias y la satisfacción que podrían producirnos, como docentes y amantes de la lectura y como promotores de esta; ya sea desde la labor de la coordinadora de la Biblioteca, Guadalupe, que dedica tanto tiempo y esfuerzo a innovar y dinamizar y, de todo el equipo que trabaja con ella, ya sea por los minutos que la mayoría del profesorado permite en las clases a la lectura.

Por un lado, tres alumnas de 4º de ESO apoyadas por la profesora de Dibujo, Maríaluz, se lanzaron con entusiasmo a la realización del dibujo del árbol simbólico y en tiempo record y, sin apenas poder completarlo, este fue cubierto de hojas de colores y de títulos de libros. En algunos casos, se hizo buscando la gracia o la broma, que también tiene su mérito ( siempre se ha dicho que el sentido del humor es muestra de una de las variadas inteligencias que puede poseer el ser humano) y en otros, la mayoría, sí se plasmó después de esa reflexión individual a la que se quería que llegaran y que se les había propuesto. Lo más llamativo en este sentido fueron las respuestas verbales y los pensamientos en voz alta, algunos de los cuales cito textualmente: “Es que he leído muchos libros y no sabría cuál elegir”; “El libro ya lo he pensado, pero no sé qué palabra poner…es que tendría que poner muchas”; “Ya que vamos a bajar, ¿por qué no nos quedamos leyendo en la Biblioteca?”; “Ya que vamos a bajar, ¿puedo aprovechar para cambiar el libro?, es que este ya lo he terminado; “¿Cuando volvamos a la clase podemos seguir leyendo hoy toda la hora?... Al final, la ilustración del árbol quedó como un testimonio anecdótico, pero estos pensamientos y los recogidos en sus acciones cotidianas, tendrían que llevarnos a nosotros a una reflexión más profunda. Hemos oído muchas veces que los niños leen más en el colegio que cuando llegan al instituto; actualmente y sobreestimulados por las nuevas tecnologías en estas edades tan críticas, se nos hace aún más difícil conseguir lo que he llegado a pensar que realmente estamos consiguiendo. Nuestros alumnos están leyendo, unos más que otros, como siempre, pero parece que hay una motivación más generalizada. Algunos traen sus libros primorosamente envueltos en bolsas de las cuales los extraen con el mismo primor para leerlos. Otros, más desastrosos, los cogen como el que saca un pequeño cuerpo tirando de una de sus extremidades; un compañero, gran lector y entusiasta de la literatura comentaba un día: “Algunos cogen el libro de las pasta de una forma que casi duele, parece que te están arrancando un brazo…lo único que me consuela es ver que luego se ponen a leerlo”. Y de eso se trata a fin de cuentas.

Ese mismo día por la tarde en La Casa de la Cultura se celebraba la entrega de premios del Certamen Literario y de Ilustración anual organizado por el Ayuntamiento y, el Al-Ándalus tuvo una gran representación entre los premiados; nuestra compañera Eli del Departamento del Lengua y Literatura, había participado como jurado por primera vez y venía entusiasmada por el éxito conseguido. El acto se cerró con una frase significativa que decía aproximadamente: “Hoy hemos reconocido a muy buenos escritores y siempre se ha dicho que para escribir bien hay que ser buenos lectores, así que se supone que todos estos chicos y chicas lo son”. Y eso es lo que creo que estamos consiguiendo, una afición por la lectura impulsada por el Proyecto de Biblioteca y por el profesorado que cree en ello y lo valora y, por supuesto, lo más importante, por los alumnos que leen. Y creo que este es nuestro más valioso homenaje a los libros: la lectura en sí.

Conchi Rodríguez

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